BORGES EN GINEBRA

I
            Mayo 1986

Borges encendió la lámpara
en la última sala del laberinto,
y otras mujeres envidian a María Kodama.
La moraleja es simple:
el viejo cazador, harto de urdir la presa,
ha caído rozado por la flecha de un crisantemo.

II
                           Junio 1987
Descansa ya el ascético poeta bajo los pétalos
de hierba,
sin la barba mesiánica ni la vara de tirso,
con la zarpa de tigre en la empuñadura,
mientras el búho y la luna hilan un epitafio:
"No hagas crujir las hojas, caminante.
¡Oh, tierra, no agusanes la palabra!
Aquí yace el Aleph".


LA VISITA

Puedes venir. Conoces ya mi casa.
Descubrirás un pájaro en la puerta
con su canción zurcida: la desierta
soledad de una rosa la traspasa.

Verás el corazón, molida brasa,
casi ceniza en la pueril reyerta.
Tocarás el silencio de la huerta
y al insecto puliendo la argamasa.



¿Tomarás un café? Dialogaremos
como un hijo que al Padre cuenta rinde.
Deja cerca la barca con los remos,

en dura tierra, proa al cielo blando.
Puedes venir. Percíbote en el linde.

Luis Furlan

 

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